Temas sobre Educación

Cuál es el papel del educador  en un mundo de violencia y de conflictos?
José Rouillon, 26 de junio del 2011
La educación debe romper las paredes de la escuela.
 La escuela, como está, como está concebida, no funciona.


El educador no es un "trasmisor" o vendedor de ideologías o de conocimientos o de exámenes o de tareas conociendo muy bien que las ideas, las ideologías o las formas pensar y de ver el mundo no se imponen. Y, los maestros -también se equivocaron- consideraron que la escuela era el lugar para domesticar! Tenerr la propiedad de su clase, de  sus estudiantes, de sus "a-lumnos", y sus pizarras para hacer los dictados y mandar hacer las tareas..... 

Nadie tiene la propiedad de la educación, y no se la puede encerrar en cuatro paredes, meter o embotellar en un recipiente!.

Paulo Freire estuvo contra la educación dominadora, domesticadora, cosificadora o bancaria,  proponiendo una educación liberadora, reflexiva, crítica y propositiva para cambiar y transformar el mundo. La mente no cambia la realidad, nos decía. Es la acción.

Nadie se libera solo. Nadie se libera agrediendo a los demás, ninguneando, despreciando, desmereciendo a los demás. Creyéndose la perfecta persona o el perfecto político o el perfecto partido o movimiento político, ni el perfecto profesor o maestro como si estuvieran posesionarlos de la verdad y capaces de juzgar hasta las conciencias de los demás.

Nadie en educación liberadora prejuzga. Nadie es perfecto. Somos todos inacabados pero con capacidades de ser mejores. Hay una fuerte tendencia al egoísmo, a destruir al otro, de competir para excluir consecuencia de la ideología del sistema capitalista neoliberal dominante. Nuestra práctica consiste en una negación del canibalismo, del primitivismo de estar siempre compitiendo y atacando a los demás. Eso es una enfermedad de soberbia que se respira en ciertos ambientes y que es nefasto. Piensan que siempre los errores están en los demás.

La educación liberadora sale de la conciencia ingenua, infantil y pasa a la conciencia adulta, objetiva, respetuosa de las opiniones y de otras posiciones construyendo espacios de diálogo y de acción sin exclusiones, desarrollando los valores de la autenticidad, de la transparencia, de la verdad, del esfuerzo, de la solidaridad. Y, también, desenmascarando los mitos y las mentiras de la dominación de clases superiores, de género y de raza, y de culturas. Enseñar-actuar sobre saberes muy concretos y simples: No robar, no se mentir, no ser ocioso. Ser justo. Y, también, por supuesto, hay momentos de denuncia de la ideología capitalista dominante que nos hace o nos convierte en enemigos los unos contra los otros.

El educador no piensa mal, sin dejar de ser prudente y observador de la realidad. Es constructor de unidad y no promotor de divisiones y de enfrentamientos inútiles  e interesados. Busca lo positivo que una, que acerque,  y no siempre lo negativo que separa y enfrenta, pero superando la falsedad y nunca siendo cómplice de ella.

Distingue claramente entre los diferentes y los antagónicos, entre los aliados y los enemigos, que sociológicamente si los hay. El educador es realista. No es idealista. Busca sumar y no fraccionar o dividir, en lo posible. No le hace o no cae en el juego de la derecha, y el educador popular tiene que ser muy transparente para saber en qué dirección está, y hacia adónde debe ir. El educador no se cree ni se piensa como el posesionarlo único de la verdad única. Todos son y somos necesarios, salvo sectarismos y dogmatismos que cierran los caminos para la unidad.

El educador es una persona de acción unitaria. El educador sabe que hay momentos de hacer preguntas, de dar respuestas, como guardar silencio. Todo tiene su hora, pero entre todos es que construimos. Sumando y no dividiendo. El educador anima las buenas conductas, espera, toma y reconoce lo mejor de los demás. Cree firmemente que las personas no están determinadas, o predeterminadas por un antes, por un pasado, atadas de su pasado, o determinadas por un  presente, el que sea-, sino que están en un proceso permanente de conversión, de maduración, de perfeccionamiento. La educación es una permanente invitación a que seamos mejores.

Nadie es perfecto, y nadie puede ser magnificado o idolatrado. Eso no significa negar que los liderazgos existan y se evidencian en la realidad y no en una conferencia de prensa o en una entrevista o en un premio recibido.  Pero no bastan los líderes de papel o de discursos para cambiar la realidad, aunque todos somos necesarios.

El educador popular reconoce -le guste o no- que los pueblos no siguen ideas sino a personas. Y que hay un proceso educativo que realizar para unir personas con ideas y con hechos y con trabajo solidario. Y ahí está la responsabilidad que deben tener los liderazgos, y el propio educador para cultivar los carismas, los talentos y virtudes necesarios para "trasmitir", comunicar, plantear las propuestas para que sean entendidas, reflexionadas, compartidas y mejoradas. Somos educadores de personas y de generaciones, que cada día son mejores, más exigentes, y también somos educadores de "masas", de gente común que deben llegar a convertirse en proyectos transformadores, de hacer nacer una historia y culturas nuevas.

El educador –siempre trabajo con otros- acepta el desafío para que nadie quede anclado en un pasado, sino, construyendo unidad, nos comprometamos a trabajar por un mundo mejor, sin exclusiones innecesarias, colaborando también en ayudar a cambiar el alma o sentimientos orgullosos, vanidosos, de los que se creen superiores o puros, que se creen los más más, y que ciegamente excluyen a otros y contradictoriamente, también se autoexcluyen, situándose por encima de los demás.

En el caso de la niñez, hacerles tomar confianza y seguridad, generar prácticas solidarias en sus relaciones grupales de aula y fuera de ellas, para que su futuro próximo sea mucho mejor a su pasado. Motivar, inducir, gestar energías, virtudes, desarrollo de sus talentos, pensando y creyendo que todos los niños los pueden desarrollar en tanto se les de apoyo, oportunidades, confianza y seguridad. La ternura, el cariño, la disciplina, el respeto, la motivación, el esfuerzo, la alegría, son buenos caminos de una verdadera praxis de una opción educativa liberadora.

El educador debe descubrir sus propias limitaciones, sus vacíos de formación y los vacíos de valores, para no tener conductas no democráticas buscando imponer o "trasmitir" sus ideas como las únicas y las verdaderas. El diálogo que permite saber comunicarnos y aprender unos de y con otros, es un rol insustituible permanente en la tarea docente.

El educador debe siempre estar en actitud de "esponja", de aprendeer, de acoger, de percibir, de aspirar, de recibir de otros, de alimentarse de y con otros, de interiorizar y de procesar reflexivamente todo lo que a él ha llegado para transformarse también él. Obligarse internamente a saber escuchar a otros. Somos como las monedas, cara y sello, cuerpo y alma, mente y cuerpo, materia y espíritu. Rabia y dulzura, amor y lucha, sueños y realidades. Somos una historia de aprendizajes e interaprendizajes permanentes a lo largo de toda la vida. Aspiramos a tener una formación multidimensional.

No podemos y no debemos observar solo una instante, una coyuntura, fijarnos en un momento, en una etapa o época que se negativa para descalificar a los demás, pensando que el otro, que las personas, los niños o adultos todos son un proceso continuo en la que sombras y luxces se confrontan, y no un acto aislado, para que sean descalificados o excluidos, porque la vida continúa, y todos tenemos derecho de gozar de una y mil nuevas oportunidades. Niños, jóvenes y adultos.

Los maestros, los educadores, los profesores nos vamos haciendo, siempre con otros, y el educador ayuda, colabora con sus estudiantes con su propio testimonio coherente de constante lectura del mundo, lectura de textos, a través de una capacitación y formación. El profesor es el primero que debe exigirse una transformación en vida, hoy y mañana y después constante en formación, en valores, en mejores conductas o comportamientos, personales y sociales. Ya sabemos que nadie da lo que no tiene dentro de si mismo. El educador no solo es el maestro. Toda la ciudad y comunidad debería llegar a ser educadora. En la comunidad, en el mundo, todos aprendemos unos de y con otros. Siempre.

También todos, en su propio espacio, deberán de convertirse en ciudadanos que contribuyan al bien y al desarrollo de los demás. También lo es el político, el periodista o comunicador, el trabajador y dirigente gremial y estudiantil, el propio padre y madre también lo son, como los son los líderes del barrio, o un joven frente a otro joven, o el hermano mayor frente al hermano menor.

Todos somos educadores en nuestros propios espacios, funciones y responsabilidades. Todos somos miembros y participantes de una ciudad educadora. El educador es un ser que siempre aprende y revisa su propio pasado para hacerlo un mejor presente y futuro. La educación ya debe salir y romper las cuatro paredes de la escuela. La educación no es ni se reduce a impartir pedagógicamente conocimientos sino crear relaciones de convivencia pacífica de bienestar material y espiritual para todos.

Reiteramos una vez más que: "Nadie enseña o aprende solo, nadie trabaja solo, nadie se libera solo. Nadie sueña solo. Nadie llora solo. Nadie trabaja solo. Somos más que individuos. Somos personas sociales. Hay un mundo que trabaja, un mundo que sueña, un mundo que llora, un mundo que tiene esperanza de paz y justicia. Y, todo esto no se puede hacer solo.

Construyamos toda una ideología democrática de la educación que no sea elitista o autoritaria, siendo todos conscientes de la realidad de violencia estructural que vivimos y que busca acapararnos y embriagarnos también a nosotros como sostenedores y reproductores de esa cultura de dominación convirtiéndonos en transmisores activos o pasivos de esas ideologías  egoístas y domesticadoras.
.El profesor, el educador, todo educador y todo profesor somos agentes de paz que luchamos junto con nuestros propios estudiantes contra toda forma de violencia individual y estructural siendo ejemplos vivientes de nuestro compromiso por los derechos humanos, y la justicia social y una patria con desarrollo humano para todos.
 Mejor es aprender de Paulo Freire en sus propias fuentes y reinventarlo a las realidades siempre cambiantes.



EDUCACIÓN INICIAL
Luis Guerrero Ortiz

El Ministerio de Educación del Perú ha declarado recientemente que el número de niños atendidos por la Educación Inicial ha crecido, entre el 2006 y 2009, en más de 6 puntos porcentuales. Este progreso se apreciaría tanto en las ciudades como en el campo y nos ubicaría, según se ha señalado, en los primeros lugares de América Latina. ¿Hay motivos para celebrar? Júzguelo usted mismo después de reflexionar sobre los datos que le voy a proporcionar. 

Existen en el Perú 1 millón 600 mil niños entre cero y dos años, una edad de indiscutible importancia que requiere la máxima atención de la sociedad y el Estado. No obstante, según el censo escolar efectuado el 2009 por el propio Ministerio de Educación, sólo 100,000 se encontraban registrados en una cuna o en algún otro servicio de educación inicial.

De otro lado, tenemos en el país 1 millón 650 mil niños de tres a cinco años, una edad de gran efervescencia del potencial humano. Según el último censo, poco más de la mitad de estos niños asiste a un centro de Educación Inicial (52.3%), pero 785,225 niños no asisten (47.7%). Esto es mucho más serio en las regiones más pobres del país, como Huánuco, Junín o Huancavelica, donde las dos terceras partes de estos niños es la que está excluida. 

Un reciente estudio de UNICEF ha revelado, además, que el 55% de niños de 3 a 5 años cuya lengua materna es el castellano, asisten a un centro de educación inicial. Siendo baja, esta cifra desciende hasta el 32% cuando se refiere a los 190,000 niños cuya lengua materna es el quechua, el aymara o alguna lengua amazónica. Quiere decir que 130 mil niños indígenas de estas edades (68%) no reciben educación

¿Ha habido progresos de todos modos en la cobertura de educación inicial? La atención a los niños de 3 a 5 años que viven en las áreas rurales era hasta el año pasado de 55,4%, varios puntos más alta que al iniciar la década. Pero ¿Sabe usted cuánto era hace dieciséis años? Según datos del propio Ministerio, los niños de zona rural atendidos por la educación inicial en 1994 representaban el 55%. Es decir, la atención educativa a la población infantil más pobre del país sube, baja, se estanca, avanza y retrocede porque es en la que menos invierte el Estado. A ellos sólo llegan programas no escolarizados, cuyo sostenimiento material recae íntegramente en los hombros de familias de muy escasos recursos y que, por lo mismo, son susceptibles de desaparecer con la misma facilidad con que aparecen. 

Lo que ha crecido considerablemente y de manera constante en los últimos 20 años es la educación inicial urbana. La matrícula ha subido de 67,4% a 74% sólo del 2002 al 2009. No obstante, con la escasa o ninguna prioridad presupuestal que ha tenido históricamente este nivel educativo, tal crecimiento se explica fundamentalmente por la inversión privada o por la apertura de más centros no escolarizados. 

Se ha anunciado también la inversión de 100 millones de soles en el contrato de más docentes de educación inicial. Pero se explica después que sólo la mitad se destinará a profesores de ese nivel educativo. Si sigue leyendo, se enterará que de esos 50 millones también saldrá el contrato a docentes de escuelas pertenecientes a asociaciones que tienen convenio con el Ministerio. Es decir ¿Cuánto se invertirá realmente en más profesores para educación inicial? ¿El 25%?

Otra pregunta: ¿Dónde trabajarán esos nuevos docentes? Se ha invertido 300 millones de soles en 21 Grandes Unidades Escolares de Lima ¿Alguien sabe cuánto se ha invertido en construir más jardines de la infancia? Bien haría el ministro en anunciar cuánto se invertirá en llegar al bicentenario con el 100% de los niños atendidos. 

Luis Guerrero Ortiz
Educador de profesión, licenciado en la Pontificia Universidad Católica del Perú y especializado en educación de niños pequeños. Soy también terapeuta familiar, formado en el Instituto Familiar Sistémico de Lima. Me he especializado, así mismo, como analista de políticas, concluyendo una maestría en Política Educativa en la Universidad Alberto Hurtado de Chile. Tengo, además, estudios de filosofía en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
Lima, jueves 11 de noviembre de 2010




ALGUNOS MITOS SOBRE LOS HÁBITOS DE ESTUDIO

Limpia el lugar en el que vas a estudiar. Apégate a un horario para hacer tareas. Fíjate metas claras. No te salgas de los límites establecido.. etc. Todas son consignas que emergen del saber popular en vista que no hay investigación educacional que establezca con claridad qué pautas seguir para que todo alumno aprenda mejor. Pero al parecer, ese saber acumulado no necesariamente es válido.
En el artículo “Olvídate lo que sabes sobre buenos hábitos de estudio” de Benedict Carey (New York Times 06/09/2010), se confrontan una serie de  creencias y sentidos comunes respecto a los hábitos de estudio, que no tienen ningún sustento científico y hasta son contraproducentes. Veamos:  

Mito 1: para concentrarse y estudiar eficientemente es bueno aislarse, estar en un espacio fijo, predeterminado, ordenado, sin distractores cerca, en el que el   alumno pueda focalizarse exclusivamente en una tarea por vez.

Mito 2: en aras de organizar rutinas de estudio, la fórmula más eficiente consiste en tener un horario fijo y predeterminado para estudiar, durante el cual el alumno no se distraiga con ninguna otra actividad adicional. Además, debe ordenar los temas uno por uno sin mezclarlos ni alternarlos.

Sin embargo, en años recientes las ciencias cognitivas han encontrado caminos alternativos para el aprendizaje que contradicen estos mitos y sentidos  comunes tradicionales sobre los buenos hábitos de estudio. Por ejemplo, sostener que los niños tienen distintos estilos de aprendizaje, unos visuales, otros auditivos, uno orientados al cerebro derecho y otros al izquierdo, según la revista de ciencias psicológicas no tiene sustento científico alguno. Tampoco el sostener que hay que estudiar un solo tema focalizadamente en lugar de varios  temas a la vez, ó que quedarse en una sola habitación es mejor que estar cambiando de espacios para estudiar, ya que la verdad es todo lo contrario. Alternar habitaciones puede mejorar la retención. La mente se nutre de la  variedad y eso ayuda a interiorizar conceptos y consolidar conocimientos. Un estudio clásico ya en 1978 demuestra que si estudiantes universitarios que estudiaban 40 palabras de un idioma extranjero en dos habitaciones diferentes, una cerrada sin ventanas ni distractores y la otra con vista a un jardín, estos retenían más que aquellos que lo hacían solo en la primera habitación. Estudios subsiguientes corroboraron el hallazgo para otras áreas.

El cerebro hace sutiles asociaciones entre lo que están estudiando y las sensaciones que produce el contexto, lo que enriquece la información,  independientemente de que las percepciones sean concientes. Forzar al cerebro a hacer múltiples asociaciones con el mismo material puede crear más resistencias a esa información. Los atletas conocen muy bien el valor de variar actividades de velocidad, fuerza y habilidad dentro de las rutinas de entrenamiento.

En cuanto al aprendizaje, cuando los alumnos ven muchos ejercicios del mismo  tipo ellos ya saben qué estrategia usarán aún antes de leer el problema. En cambio cuando cada problema es diferente al anterior, el niño debe escoger el  camino a seguir y eso aumenta el aprendizaje y la retención.

En cuanto al tiempo continuado de estudio, resulta que estudiar una hora interdiaria y otra el fin de semana produce más retención que estudiar 4 horas seguidas porque el espacio entre hora y hora fuerza a una recordación que alimenta la retención.

En suma, estudiar en distintos lugares, en distintos horarios y días, alternando los  estudios con otras actividades recreativas dentro y fuera de casa, produce mejores aprendizajes y retenciones que la focalización de todo el esfuerzo en un solo lugar, todo el tiempo seguido y sin distracciones.  Sin embargo, dado que cada alumno es diferente a los demás, cada uno tendrá que encontrar su estilo propio, aquél que le permita aprender mejor, que en muchos, sin duda, no corresponderá a la receta tradicional

Artículo publicado por León Trahtemberg en el Diario el Tiempo.
 Noviembre del 2010


       
Finlandia encabeza las clasificaciones educativas de la OCDE con más del 90% de escuela pública
Ana Carbajosa

El País

Deciden qué enseñan, cómo lo enseñan, a quién y a qué ritmo. Tienen tanta libertad como preparación.
Son los maestros de Finlandia, venerados por el resto de la sociedad y una de las claves de que su país lidere desde finales de los noventa la lista educativa de la OCDE, más conocida como Informe Pisa. "Hacemos la escuela que queremos. Dependemos de nosotros mismos. Es maravilloso". Lo cuenta Eine Liinanki, profesora de primaria en el Arabia, una de las 200 escuelas de Helsinki.
Son las nueve de la mañana y Liinanki y el resto del claustro del Arabia toma café, lee la prensa y charla sobre los planes de la jornada. Los compañeros de Liinanki no se quedan atrás en elogios a un sistema educativo dominado por las escuelas públicas -más del 90% de las del país- y que no se caracteriza por tener muchos alumnos brillantes, sino por cosechar un número muy bajo de fracasos escolares. Según datos de 2001, Finlandia dedicó a la educación el 6,25% del PIB mientras España invirtió el 4,42% del PIB.
El Consejo Nacional de Educación de Finlandia, un organismo dependiente del ministerio, es el encargado de elaborar los contenidos mínimos que luego los profesores, todos con formación universitaria y la mayoría con un master en su haber, desarrollarán según sus criterios.
 "Les damos mucha libertad y eso es fundamental para la motivación del profesorado. Es verdad que los maestros no están muy bien pagados, pero gozan de un gran reconocimiento social", explica Reijo Laukkanen, del Consejo Nacional. Un maestro de primaria en Finlandia cobra en torno a un 25% menos que un colega suyo español, según datos de la OCDE. Pero los profesores son conscientes de su papel como motor fundamental en la sociedad finlandesa. Por eso, hay tortas para entrar a la escuela de Pedagogía y por obtener una plaza como profesor.
Pero, ¿qué hace que en un país la educación se convierta en el eje sobre el que gira la sociedad? ¿Qué conduce a un país a venerar a sus maestros? "Es una cuestión de cultura, de reconocimiento histórico", indica Jari Jokinen, que representa a su país ante la UE. "Finlandia fue el segundo país del mundo, y el primero de Europa en permitir el voto de las mujeres. Las mujeres siempre han tenido muy claro que a sus hijos les iría mejor en la vida si estudiaban, y ellas han empujado y participado en la vida pública para que el nivel educativo sea alto en Finlandia".  
Suena el timbre en el Arabia y los profesores marchan hacia sus clases. Los alumnos -todos descalzos- preguntan sin complejos por la identidad de la visitante. La relación con los mayores es muy fluida y los alumnos hacen gala de una saludable seguridad en sí mismos. A un grupo de alumnos de 15 y 16 les toca a primera hora de la mañana clase de sueco, idioma oficial que habla el 6% de la población. En clase, Justus Mollberg, vestido al más puro estilo mod londinense, se aburre. Se levanta en medio de la lección y habla en inglés fluido. "A mí esto del sueco no me gusta, porque es obligatorio". "Eso está muy bien, que seas sincero", le responde la profesora. La clase de Mollberg tiene 16 alumnos, el número máximo permitido.
Cuando termine el año, Mollberg y sus compañeros se sentarán con sus padres y sus maestros, evaluarán los objetivos que los propios alumnos se fijaron al comenzar el curso y se pondrán nota. Poco importa, porque en realidad lo que cuenta es la evaluación continua, es decir, el aprendizaje y la actitud del joven durante todos los días del año.
Para Matti Meri, uno de los profesores de la Facultad de Pedagogía de Helsinki, es la única manera sensata de funcionar. "El ser humano tiene que ser capaz de fijarse sus propios objetivos, y después, ser capaz de evaluarse. Hay que hacerles responsables de su propia vida desde el principio, que aprendan a no delegar en la sociedad la responsabilidad de sus actos".
Meri cree además que es fundamental establecer una relación de iguales entre profesores y alumnos.
"El maestro no tiene que saber mucho. Tiene que saber escuchar. A veces, es más importante escuchar al alumno y compartir sus conocimientos. En Finlandia, los profesores y los alumnos se respetan mucho, pero no desde la jerarquía, sino desde la igualdad". Y esa palabra, igualdad, aparece una y otra vez en los folletos del Ministerio de Educación finlandés.
Enseñanza pública para todos, comida gratis en la escuela, libros de texto que proporciona el Estado...
A principios de año, cada clase elige a dos representantes entre los alumnos, que se reúnen periódicamente con los padres y profesores para exponerles sus problemas y proyectos.
Una vez al año, los delegados de todos los colegios de Helsinki se reúnen con el alcalde y le presentan una petición, consensuada entre todas las clases. Los flamantes sofás de uno de los corredores del Arabia, en los que se desparraman los alumnos entre horas fueron la petición del año pasado.
Son las 10.45, la hora de comer. Kaisu Kärkäinen, la directora del Arabia almuerza en el comedor junto con el resto de profesores y los alumnos.
"En esta escuela los maestros mandan. Deciden en qué debemos gastar el dinero, elaboran su propio programa, salen de excursión cuando quieren y eligen algunos de los libros de texto", explica. Unos pescan en el hielo durante la clase de Naturales, otros van al museo para la de Historia o hacen uso de Internet en Geografía. La falta de directrices procedentes del ministerio o de la escuela les obliga a ser creativos.
               

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